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BLOG DE JUAN YÁÑEZ.., quien se complace de tenerlos por aquí...

Así los últimos serán los primeros y el primero el último: Pues muchos serán llamados, pero pocos los elegidos...Mateo 20:1-16

No somos seres humanos pasando por una experiencia espiritual.., somos seres espirituales pasando por una experiencia humana.

viernes, 1 de diciembre de 2017

SÓCRATES, (470-399 a. C.)



LA FILOSOFÍA,  LA MÁS SIMPLE Y SABIA DE LAS CIENCIAS



                                        Sócrates es casi un personaje literario. El protagonista de los inmortales Diálogos Platónicos era viejo y por ello la imaginación occidental representa siempre a Sócrates anciano, a la vez lo sorprende discutiendo incasablemente con otros atenienses en el Ägora, en el gimnasio, en las asambleas populares y a los festines que le convocaban sus amigos aristocráticos. Era por entonces pobre, testarudo e irritante, capaz de convencer a un héroe de la guerra, Laques, de que no sabía que era la valentía, de demostrar al modesto Carmides que ignoraba lo que era la modestia y de beber y hablar sobre el amor en un banquete durante toda la noche y mientras sus contertulios iban cayendo dormidos uno tras otros. La Mayéutica  A excepción de unos cuantos maravillados discípulos. Debía ser tomado por loco por la mayoría porque no obtenía ningún rendimiento económico de su abnegada tarea como educador de la juventud e incluso reprendía duramente a los sofistas que negociaban sobre su saber y vendían a los hijos de los nobles con aspiraciones políticas el arte de la palabra embaucadora.

Sócrates era hijo del escultor Sofrónico y de la comadrona Fernaleta. Aprendió del oficio de su madre el arte el arte de DAR A  LUZ las ideas que el hombre lleva en su interior, a través de examen y el diálogo. Su profunda honestidad y la coherencia de su pensamiento le granjearon la admiración de sus discípulos, entre ellos al célebre Platón y el odio de los sofistas y algunos políticos,   

domingo, 13 de agosto de 2017

LAS ENSEÑANZAS DE BHAGAVAN SRI RAMANA MAHARSHI


Autor: Arthur Osborne
EL SUFRIMIENTO
                                   Uno de los problemas sobre que Bhagavan era interrogado frecuentemente era el sufrimiento. Las preguntas eran particularmente personales más bien que académicas, pues a menudo era la experiencia de la aflicción  la que inducía a la gente a buscar consuelo en él.
El consuelo real llegaba como una influencia silenciosa, pero el solo respondía preguntas teóricas. La respuesta usual era pedirle a quien le interrogaba que averiguase quien es el que sufre, así como pedía al que dudaba que descubriese quien es el que duda; pues el YO (conciencia)  está más allá del sufrimiento, como está más allá de la duda.
Sin embargo a veces, en un nivel más contingente, señalaba  que cuando haga  una persona insatisfecha con su estado de ignorancia y le vuelva hacia la búsqueda del YO es benéfico, y que a menudo es el sufrimiento el medio de hacer esto.

Respuesta del Baghavan a un discípulo sobre el tema del sufrimiento:
                                                  La Bienaventuranza del YO es siempre suya y usted la encontrará si la busca fervorosamente. La causa de su aflicción no está en su vida externa;  está en usted, como su ego. Usted se pone limitaciones y luego realiza una vaga lucha para trascenderla,
Toda la infelicidad se debe al ego. Con éste llega toda su dificultad.
¿De qué vale atribuir  la causa de su aflicción a los acontecimientos  de la vida cuando esa causa está realmente dentro de usted?
¿Qué felicidad  podrá obtener usted de causas ajenas a usted mismo?  Cuando  obtenga eso, ¿cuánto durará?
Si usted negara al ego y lo quemara ignorándolo, usted sería libre. Si lo acepta, él le impondrá  limitaciones y lo lanzará a una vana lucha para trascenderlas. He ahí como el “ladrón” buscó arruinar al rey Janaka.
Ser el  YO que usted es realmente  es el único medio para realizar la Bienaventuranza que es siempre  suya.

Editorial Kier S.A. Buenos Aires

viernes, 24 de marzo de 2017

¿Es el islam una «religión de paz» por su propio nombre?



                                     Al menos 40 versículos del Corán se refieren a la lucha armada, tantos como los que relacionan la yihad o guerra santa con la lucha espiritual

ABC
FRANCISCO DE ANDRÉS
22/03/2017 

En el ritual de manifiestos de rechazo -tras cada atentado terrorista hecho en nombre de Alá- aparecen insistentemente las referencias al islam como «religión de paz». El término árabe que define la religión de Mahoma es rico en matices, pero nadie duda de que «islam» en primer lugar significa «sumisión». Tanto los términos «islam» como «salam» (paz) derivan efectivamente de la misma raíz, pero pocos especialistas consideran que estén relacionados.

Al margen de la disputa etimológica, la presencia reiterada en el Corán del deber musulmán de hacer la yihad, la guerra santa, plantea interrogantes tanto históricos como teológicos. Al menos 40 versículos del libro sagrado son explícitos en el llamamiento a la violencia armada en nombre de Alá. Hay otros tantos que se refieren a la yihad en términos similares a los de la ascética cristiana: como lucha espiritual contra las bajas pasiones. Pero esta interpretación de la yihad es solo patrimonio de la corriente sufí del islam, muy minoritaria e históricamente perseguida por su calificación de herética.

A tenor de los estudios sociológicos, la sensibilidad de la comunidad musulmana contemporánea opta, de modo mayoritario, por la versión espiritualista de la yihad. Esa percepción se estrella contra el muro de la doctrina apuntalada desde el siglo XI (época en la que se cerraron definitivamente las puertas de la interpretación del Corán) por las corrientes suní y chií.


La posibilidad, o necesidad, de interpretar el libro sagrado choca, en el caso de la yihad, contra otro principio del islam: la «doctrina de la abrogación», que establece que los pasajes del Corán últimos abrogan los primeros en caso de contradicción. Según esa doctrina, que tampoco tiene unanimidad entre los ulemas, los versículos últimos dictados por Mahoma (los de Medina) son los belicosos, por lo que quedarían abrogados los primeros, los de La Meca, heraldos de la paz. Resultado: no existe, ni se espera a corto plazo, un documento global del islam que descalifique el recurso a la violencia en nombre de Alá.