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BLOG DE JUAN YÁÑEZ.., quien se complace de tenerlos por aquí...

Así los últimos serán los primeros y el primero el último: Pues muchos serán llamados, pero pocos los elegidos...Mateo 20:1-16

No somos seres humanos pasando por una experiencia espiritual.., somos seres espirituales pasando por una experiencia humana.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Encuentros con Ramana Maharshi


por Swami Madhavatirth
El poder de la Presencia (I)
Me gustaría empezar haciendo referencia a una experiencia ―llamémosla "mística"― que tuve durante mi estancia en Sri Ramanashramam. Aunque resulte difícil describirla, intentaré transmitir alguna idea al respecto basándome en una analogía del Srimad Bhagavatam. Se dice que, un tiempo antes de que naciera Sri Krishna, el Señor entró en el corazón de Sri Vasudev, que, entonces, resplandeció como el sol. A continuación, aquella luz se trasladó a Devaki mediante una simple mirada de Vasudev, después de lo cual ella quedó resplandeciente como la luna. Con aquel primer darshan de Ramana Maharshi que tuve en el comedor nada más llegar, descubrí el cegador resplandor del sol en una mirada; unos días más tarde, sentado en su compañía en la sala, reconocí ese mismo resplandor en la mirada de Sri Maharshi: fue como si, con ella, me atravesara lo más profundo de mi ser, de la misma manera que la luz del Señor se transmitió a Devaki a través de la mirada de Vasudev. Se me paró la respiración durante un tiempo y la mente ascendió a un ámbito espiritual de una paz y una felicidad inefables.

Mediante el desapego y el discernimiento se puede aspirar a alcanzar el estado de sakshibhava o estado del testigo, pero existe un estado más elevado en el que uno toma conciencia de su denominador común con todo lo que existe, que, en sánscrito, se denomina abhinnabhava. Aunque ese estado, que era el que había alcanzado el Maharshi, supera cualquier posible forma de comprensión por parte de la mente del buscador, hasta cierto punto se puede entender la naturaleza y la relevancia del abhinnabhava cuando uno se queda, aunque sólo sea durante un rato, en la bondadosa presencia de un gran sabio como el Maharshi.

Mientras estaba sentado en la sala, observé al Maharshi, que descansaba en el sofá y se mostraba completamente indiferente a todo lo que sucedía en su presencia (por ejemplo, el ir y venir constante de los visitantes que, uno tras otro, se postraban ante él) y, aun así, pude discernir en él, de forma muy evidente, esa actitud de unidad con todo llamada abhinnabhava. Puedo afirmar, con total confianza, que tocaba el ser interior de todos los visitantes con aquel abhinnabhava que trascendía los pensamientos y, entonces, los visitantes se veían capacitados para sentir en su interior la presencia del espíritu universal. Al percatarme de que era así como el Maharshi irradiaba la energía del Ser, decidí preguntarle cuál era la mejor forma de prepararme, mientras estaba sentado en su presencia, para recibir aquella transmisión de gracia.

Pregunta.―Cuando estamos sentados cerca de ti, ¿qué estado mental debemos mantener para recibir la transmisión de tu Ser?

Maharshi.―Mantén la mente en silencio, con eso basta. Si te mantienes en silencio, recibirás la ayuda espiritual que necesites en esta sala. El objetivo de cualquier práctica es acabar con la mente. Cuando la mente se aquieta, se experimenta la energía del Ser. Las olas del Ser están por todas partes y uno las empieza a experimentar cuando tiene la mente en paz.

Pregunta.―¿Qué es mejor para mí, mirarte a los ojos o a la cara?, ¿o es mejor que me quede sentado con los ojos cerrados y dirija la mente hacia algo determinado?

Maharshi.―Fija tu mirada en tu propia naturaleza. Es indiferente que tengas los ojos abiertos o cerrados. Lo único que existe por todas partes es la Unidad, así que da completamente igual que tengas los ojos abiertos o cerrados. Si quieres ponerte a meditar, hazlo en el "yo" que llevas dentro. Eso es el atman y, como no tiene ojos, no hay necesidad de abrirlos o de cerrarlos. Cuando alcances el conocimiento de tu propio Ser, ya no quedará ningún concepto sobre el mundo. Cuando estás sentado en una habitación, tanto si las ventanas están abiertas como si están cerradas, tú sigues siendo la misma persona, en el mismo estado. De esa misma forma, cuando estás establecido en el estado de la realidad, da igual que tengas los ojos abiertos o cerrados: las cosas que se hagan externamente tienen escasa importancia.

La reciprocidad que existe entre el Maharshi y su abhinnabhava, y el buscador que está sentado en su presencia, es análoga a la del radiotransmisor y el radiorreceptor, cuando el visitante está verdaderamente ansioso por obtener el máximo beneficio de la energía de bondad que irradia la presencia silenciosa del sabio, debe sintonizar su mente ―receptora― con la longitud adecuada de onda.

El silencio del sabio es constante y ejerce su influencia positiva sin interrupción, tanto si da la sensación de que el sabio es consciente del mundo como si no. Volviendo a la analogía del transmisor, puedo afirmar que, en lo referente al sabio, su influencia espiritual se transmite sin cesar pero, desde el punto de vista del buscador, que aún es presa del poder de maia, el efecto permanentemente beneficioso del sabio no tendrá efecto aparente a menos que el buscador esté preparado para recibirlo. En una conversación que mantuve con otro devoto durante mi estancia en el ashram, el propio Maharshi comparó la irradiación de su gracia con la de un radiotransmisor.

Pregunta.―Según algunas personas, es de egoístas dedicarse a alcanzar la liberación y, en su lugar, habría que dedicarse a ayudar a los demás realizando algún tipo de servicio altruista.

Maharshi.―Esas personas creen que los gñanis son unos egoístas y que ellos no lo son, pero eso no es cierto. El gñani vive en la experiencia de Brahman y el efecto de su experiencia se extiende por todo el mundo. Aunque una transmisión de radio se realiza desde un lugar determinado, sus efectos se pueden sentir en cualquier parte del mundo y quienes se quieran beneficiar de ello pueden hacerlo. De igual modo, el estado de iluminación del gñani se extiende por todas partes y está a disposición de todo el que quiera conectar con él. Por tanto, no se trata de un servicio menor.


Durante mi estancia en el ashram, tomé nota de las conversaciones sobre la auto-indagación que tuvieron lugar entre el Maharshi y distintos visitantes. Escuchemos, por tanto, directamente al Maharshi mientras nos explica cómo se debe practicar la auto-indagación:

Pregunta.―"¿Quién soy yo?", ¿a quién se refiere esta pregunta?

Maharshi.―La pregunta se refiere al "yo" individual, no al atman.

Pregunta.―¿Conviene que repita "Soy Shiva" cada vez que me pregunto "¿Quién soy?" ¿No sería bueno decir: "No soy la mente, no soy el intelecto, no soy el cuerpo, etc.?".

Maharshi.―En el transcurso de la auto-indagación, no hay que dar respuestas a la mente pues hay que permitir que la respuesta surja desde dentro. La respuesta que proviene del "yo" individual no es real. Has de seguir indagando hasta obtener la respuesta con el método del gñana marga (camino del conocimiento). Esta auto-indagación se llama meditación y la experiencia inactiva, llena de paz y de conocimiento que surge de este estado, es gñana.

Pregunta.―¿Quién soy yo?, ¿de dónde [soy]? ¿Hay que hacer constantemente yapa (repetición de palabras sagradas) de ello con la mente o hay que plantearle la pregunta una o dos veces a la mente, profundizar hacia la raíz del "yo" y, entonces, detener todos los pensamientos sobre el mundo?

Maharshi.―No se trata de hacer yapa con la pregunta "¿Quién soy?, ¿quién soy?". Una vez planteada la pregunta a la mente, hay que buscar la raíz del "yo" e interrumpir los demás pensamientos. Si uno se llama Desai, no necesita repetirse: "Soy Desai, soy Desai". Por el mismo motivo, tampoco es necesario que uno se repita frases como: "Soy Brahman, soy Brahman". En todas las formas de sadhana se intenta mantener la mente quieta pero, mientras se hace yapa, la mente nunca se va a quedar quieta. En lugar de practicarlo así, lo que hay que hacer es experimentar que Brahman es el sujeto que ve la mente, es decir, el testigo; se debe experimentar que Brahman es el testigo.

Pregunta.―Según tus enseñanzas, cuando uno se embarca en la búsqueda del "yo", ¿tiene la experiencia de ser el testigo?

Maharshi.―Sí.

Pregunta.―Después, si uno borra completamente lo que ha visto, el testigo se convierte en la forma de Brahman.

Maharshi.―Así es.

Pregunta.―¿Conviene practicar pranaiama (control de la respiración) con regularidad y acompasarlo, además, con la pregunta "¿Quién soy?"?, y mientras uno se hace la pregunta, ¿conviene enfocar la atención en la entrada y en la salida del aire?

Maharshi.―No es necesario hacer pranaiama: es mucho mejor que uno intente realizar la auto-indagación "¿Quién soy yo?" sin centrar la atención en la respiración. El pranaiama existe para los que no son capaces de concentrar la mente de ninguna otra manera. A medida que la mente se fortalece, el pranaiama va dejando de ser necesario. La función principal del pranaiama es proporcionar las riendas necesarias para mantener bajo control a ese caballo que es la mente.

Pregunta.―¿Qué opinión te merecen los siddhis (poderes sobrenaturales)?

Maharshi.―La Iluminación es el mayor de los siddhis.

Pregunta.―Cuando me pregunto "¿Quién soy?", no encuentro ninguna respuesta que surja desde dentro.

Maharshi.―Eso se debe a una creencia errónea. Si buscas adecuadamente, descubrirás que ese "yo" que está intentando descubrir algo acabará, más adelante, por dejar de existir. A medida que te desprendas de pensamientos de nombres y formas, irás profundizando cada vez más en tu interior.

Pregunta.―Si consiguiera eliminar todos los pensamientos, ¿meditaría adecuadamente?

Maharshi.―Eso está bien al principio pero sólo cuando se intensifique tu atracción por el Ser comenzará la auto-indagación y, al mismo tiempo, cesará todo ese esfuerzo y aparecerá un nuevo estado.

Pregunta.―¿Se puede hacer la sadhana de la auto-indagación llevando una vida normal o hay que marcharse de casa?

Maharshi.―¿Eres tú quien está en la casa o es la casa la que está en ti? Quédate donde estás.

Pregunta.―Entonces, me puedo quedar en casa.


Maharshi.―Ese no es el significado. Lo que quiero decir es que debes vivir en tu verdadera naturaleza. Tú no eres la casa sino que esa casa, igual que el mundo, están en ti. El dueño de una casa que está convencido de que no es el dueño de nada a pesar de vivir en ella es el auténtico renunciante. Imagina a un hombre que está dormido en un tren: a ese hombre le da lo mismo que el tren se mueva, se pare o que cambien la locomotora. Bien, pues al que está adecuadamente establecido en el atman le ocurre lo mismo, porque sabe que en este mundo no sucede nada y que en él nunca se destruye nada. Sólo sentimos que sucede algo cuando estamos en el estado de pramata ―el sujeto conocedor de algo―, pero ese estado no constituye nuestra verdadera naturaleza. Para el gñani que se ha despojado del concepto del conocedor, nunca sucede nada.


Encuentros con Ramana Maharshi (II)
por Swami Madhavatirth
El poder de la Presencia (I)
A modo de introducción, le pregunté al Maharshi si compartía las ideas del Vedanta sobre la creación promulgadas por Adi Shankaracharia, después de lo cual nos pusimos a analizar la visión del mundo de Sri Aurobindo.

Pregunta.―El Vedanta de Sri Shankaracharia acepta el principio de la creación del mundo para que los principiantes lo puedan comprender; sin embargo, para los avanzados, se plantea el principio de la no creación. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Maharshi.―

Na nirodhó na chotpattir.
Nabaddhó na cha sadhakahá.
Na mumúkshur na vai muktá.
Itiesha paramárthata.
Este verso pertenece al segundo capítulo [v. 32, vaithathiá prakárana] del Karika de Gaudapada [un comentario de la Mandukia Upanishad]. Lo que sugiere es que no hay ni creación ni disolución, que no hay esclavitud, ni nadie que haga prácticas espirituales, ni nadie que busque la liberación espiritual ni nadie que se libere: así es como lo ve el que está establecido en el Ser gracias a su conocimiento de la realidad.

Pregunta.―Sri Aurobindo opina que el cuerpo humano no es el último que se alcanza en esta tierra. Según él, uno no se puede establecer perfectamente en el Ser con un cuerpo humano, porque el conocimiento del Ser no opera en él de forma natural. Por lo tanto, tiene que traer a esta tierra el vigñánamaya sarira [el cuerpo compuesto de puro conocimiento]. (1)

Maharshi.―El conocimiento del Ser puede resplandecer perfectamente en el cuerpo humano, así que no es necesario ningún otro cuerpo.

Pregunta.―Según Sri Aurobindo, el vigñánamaya sarira no se ve afectado por ninguna enfermedad, no envejece y no muere si uno no lo desea.

Maharshi.―El cuerpo es, de por sí, una enfermedad. Desear la permanencia de esa enfermedad no es el objetivo del gñani. De todas formas, lo que uno tiene que hacer es dejar de identificarse con el cuerpo. De la misma forma que la conciencia de ser el cuerpo impide conocer el Ser propio, quien está convencido de que no es el cuerpo acaba liberándose aunque no lo desee.

Pregunta.―Sri Aurobindo quiere introducir la energía de Dios en el cuerpo humano.

Maharshi.―Conservar ese deseo después de entregarse significa que uno no ha conseguido entregarse completamente. Pensar que "si la energía suprema tiene que descender, debe hacerlo en mi cuerpo" no hará más que aumentar la identificación con el cuerpo. A decir verdad, no hay necesidad alguna de que se produzca semejante descenso. Cuando se ha destruido la idea de que "yo soy el cuerpo", el individuo adopta la forma del Absoluto y, en ese estado, no hay ni arriba ni abajo, ni delante ni detrás.

Pregunta.―Si el individuo adopta la forma del Absoluto, ¿quién queda para disfrutar de la dicha del Absoluto? Para poder disfrutar de la dicha del Absoluto tenemos que estar ligeramente separados de él, igual que la mosca que saborea el azúcar a una corta distancia.

Maharshi.―La dicha del Absoluto es la dicha de la propia naturaleza. No es algo que nazca ni que se haya creado. Cualquier placer que se cree está destinado a ser destruido. El azúcar, al no ser un ser sensible, no puede degustarse a sí mismo, y la mosca tiene que mantener una corta distancia para poder saborearlo. Sin embargo, el Absoluto es consciencia y conciencia: tiene la capacidad de aportar su propia dicha pero su naturaleza no se puede comprender sin alcanzarlo.

Pregunta.―Sri Aurobindo quiere traer a la tierra una nueva raza divina.

Maharshi.―Hay que comprender que todo lo que se pueda alcanzar en un futuro es transitorio: aprende a comprender adecuadamente lo que tienes ahora para que no tengas necesidad de pensar en el futuro.

Pregunta.―Sri Aurobindo dice que Dios ha creado distintos tipos de mundos y que va a crear otro nuevo.

Maharshi.―Nuestro mundo actual no es, de por sí, real. Cada uno ve un mundo distinto según su imaginación. ¿Cómo se puede garantizar entonces que ese nuevo mundo sea real? El jiva, el mundo y Dios son conceptos relativos. Mientras se mantenga el sentido de la individualidad ―del "yo"―, esos tres elementos seguirán existiendo.

Esos tres elementos surgen del sentimiento de individualidad del "yo", de la mente. Si detienes la mente, ya no siguen ahí, pero Brahman sí que permanece, igual que permanece y existe ahora mismo. Vemos cosas como consecuencia de un error y ese error de percepción se rectifica indagando sobre la verdadera naturaleza de este jiva. Aunque el jiva entre en la "supermente", seguirá estando en la mente pero, cuando la mente se entrega, lo único que queda es Brahman. Que si este mundo es real o irreal, que si es consciencia o es algo inerte, que si es un sitio para ser feliz o para sufrir... todos esos estados derivan del estado de ignorancia y no tienen ninguna utilidad después de la Iluminación.

El estado de atmanishta [estar anclado en el Ser], desprovisto del sentimiento de individualidad del "yo", es el estado supremo en el que no hay cabida ni para pensamientos sobre objetos ni para el sentimiento de individualidad. En ese estado natural de existencia-consciencia-dicha, no existe ningún tipo de duda.

Mientras uno se perciba a sí mismo como poseedor de un nombre y de una forma, Dios seguirá apareciendo con una forma. Sin embargo, cuando se alcanza la visión de la realidad desprovista de forma, ya no vuelve a haber distinciones entre el que ve, el acto de ver y lo que se ve. Ese tipo de visión es la naturaleza de la conciencia en sí, no dual y sin compartimentar ―es ilimitada, infinita, perfecta. Cuando surge en el cuerpo el sentimiento del "yo", se percibe el mundo. Cuando ese sentimiento no está presente, ¿quién queda para percibir el mundo?

Madhavatirth: Tras esta conversación, llegué a la conclusión de que Sri Maharshi no otorgaba ninguna importancia a ninguna teoría de la creación o de la evolución. En las conversaciones que mantuvimos, él siempre insistía en la unicidad e inmutabilidad del Ser o Brahman, que constituye la única realidad por excelencia, hacia la cual es imposible avanzar y en la cual no existen ni dualidades ni distinciones.


Pregunta.―¿Es real o falso el mundo?

Maharshi.―Mientras exista la mente, existirá el mundo. Durante el sueño profundo, al no haber mente, el mundo tampoco existe.

Pregunta.―Pero, mientras yo estoy dormido, hay otras personas que siguen despiertas y ven el mundo.

Maharshi.―Esas personas que están despiertas en ese momento forman parte del mundo [cuya existencia estás intentando demostrar] y, por tanto, lo que ellos digan no puede constituir una prueba admisible. En ese momento [mientras tú estás en el sueño profundo], [en primer lugar] hay que demostrar si esa gente existe o no: no se puede dar por sentada la existencia de algo que tiene que ser demostrado. Como su existencia se debe demostrar de forma independiente, resulta imposible encontrar dicha prueba. Los que están despiertos tienen una mente en movimiento y, por eso, ven el mundo. Por lo tanto, el mundo existe en función de la mente, pero no es algo que exista por sí mismo de forma independiente.

Pregunta.―¿Qué relación existe entre maya, el poder que nos hace considerar que el mundo es real, y el atman, la realidad en sí misma?

Maharshi.―Si un hombre sueña que se casa, el novio es real pero la novia es falsa. Cuando se despierta, sigue siendo el mismo de antes. De forma semejante, el atman nunca deja de ser tal y como es. Maya ni lo afecta ni lo contamina. No se casa ni con maya ni con anatman porque ya está pleno de por sí, mientras que la sustancia del mundo es irreal.

El "yo" individual es como el sueño de ese hombre. Cuando empieza a producirse, se activan la mente y los órganos sensoriales, que se detienen cuando el sueño se termina. La raíz de todas las cosas materiales que se perciben es ese "yo". Aham, "yo", es real pero ahámkara, el yo del ego, es falso.

Pregunta.―Tan erróneo como ver una serpiente en una cuerda es ver el mundo en Brahman.

Maharshi.―Así es, no es necesario seguir percibiendo algo que no es real.

Pregunta.―Es como decir que ese marco de ventana, que es de madera, no es distinto de la madera. Si uno es capaz de dejar de ver la forma que se le ha dado a la madera, entonces solo ve madera.

Maharshi.―Cierto.

Pregunta.―Alguien confunde una cuerda con una serpiente. Se puede argumentar entonces que, para que ese espejismo surta efecto, el individuo tiene que haber visto una serpiente de verdad en otro lugar y en otro momento, y tiene que habérsele quedado grabado el aspecto de la serpiente. Esa es la única forma de que se produzca el espejismo y, de esa misma forma, si se ve el mundo en algún lugar, el espejismo del mundo sólo puede aparecer en Brahman.

Maharshi.―Esa [analogía] se llama aniathá khíati [un argumento de la escuela Niáia de filosofía], pero no tiene validez alguna.

Pregunta.―En el alathá-shanti del Karika de Gaudapada [v. 97], se dice que, si queda el más mínimo vaidhármata bhava [actitud de que existe algo distinto del Ser], uno no puede establecerse en la unicidad y tampoco se puede rasgar el velo que recubre al Ser. En ese contexto, ¿cuál es el significado de vaidhármata?

Maharshi.―En ese verso, se debe interpretar el término vaidhármata como parichinna bhava [una actitud restrictiva].

Si lo que buscas es a Dios, él siempre está presente. Mientras uno no se percate de que el mundo es falso, no dejarán de brotar pensamientos sobre el mundo. Mientras se siga viendo la serpiente, nunca aparecerá la cuerda. La mente, que es la creadora del mundo, es incapaz de considerarlo falso. En el estado de vigilia sucede lo mismo que en el estado onírico. Sin la mente, no existe ningún mundo. Sin embargo, en el sueño profundo, al no haber mente, no hay mundo. Por tanto, no hace falta pensar en el mundo que la mente imagina. Lo que es nitia nivrittá [se elimina siempre, es decir, lo que no existe] no necesita que se piense en ello. Cuando un peluquero termina de cortarle el pelo a alguien, no se pone a contar cuántas canas había y cuántos cabellos eran negros, porque los tira todos. De igual forma, no es necesario ponerse a contar cosas imaginarias: basta con dejar de imaginar que son reales.

Para dejar de ver una serpiente en la cuerda, no hace falta matar a la serpiente. Por lo mismo, tampoco hace falta matar a la mente. Cuando uno se percata de la absoluta inexistencia de la mente, la mente desaparece. La experiencia que queda cuando no hay ni un sujeto que ve ni un objeto visto, es decir, ni tiempo ni espacio, es la experiencia auténtica.

Cuando soñamos, vemos una gran variedad de formas; consideramos una de ellas la "nuestra" y creemos que "yo soy eso". Si somos el creador del sueño, también somos tanto el protagonista en todas las formas que aparecen en el sueño como el protagonista con la forma que consideramos nuestra. El sujeto que sueña está convencido de que todas esas formas [del sueño] son reales y que unas formas son distintas de las otras; además, cree que él también tiene una forma determinada. No se da cuenta de que es el protagonista del sueño igual que las demás formas [que ve en el sueño]. Al despertarse es cuando se da cuenta de que todo lo que había en el sueño era él y nada más que él. De igual forma, el gñani sabe que el mundo [al no ser más que un sueño] nunca ha sido creado y que todo lo que existe, sea lo que sea, es su propio Ser, único e indivisible.

Pregunta.―En una joya de oro, tanto el oro como la joya en sí parecen reales. La única diferencia es que el oro, por sí solo, no presenta tanta belleza como la joya. Asimismo, tanto Brahman como el mundo parecen reales.

Maharshi.―Si te fijas tanto en el oro como en la joya, te das cuenta de que el material básico es el mismo en ambos casos. El nombre que se le da a una forma sirve para poder funcionar en la vida cotidiana: si tuviéramos a mano un montón de joyas de oro y le dijéramos a alguien: "Por favor, pásame el oro", no sabría lo que le queremos decir. De forma similar, solo existe un "yo", que es el mismo para todo el mundo pero, para funcionar a diario, no podemos decir: "Por favor, llama a ese 'yo'." Por esa razón, a un "yo" lo llamamos "Rarnachandran" y a otro "Krishna Lal". Sin embargo, no por eso dejan de ser un único "yo"

Pregunta.―Si un "yo" que esté en un determinado lugar llamara "yo" a otro "yo" que estuviera en otro sitio, nos haríamos un lío tremendo.

Maharshi.―En la vida cotidiana, si centras la atención en la realidad fundamental, no hay ninguna dificultad, pero la gente corriente se olvida de la realidad y considera que solo el nombre es real. Los distintos "yoes" no son reales. Solo existe un único "yo". El "yo" individual es como el centinela que está en un fuerte, es como el protector del cuerpo. En todas las personas, el verdadero dueño es exclusivamente el único "yo" verdadero. Cuando el "yo" individual se entrega al "yo" verdadero, [porque desaparece el sentimiento de ser un ente individual a quien "pertenece" el cuerpo], el individuo y sus posesiones desaparecen. El estado auténtico surge cuando, después de esclarecer qué pertenece a quién, el "yo" del ego se rinde a su auténtico dueño.

Pregunta.―Si estas enseñanzas se divulgaran por todo el mundo, no habría guerras.

Maharshi.―[No contesta].