por
Swami Madhavatirth
El
poder de la Presencia (I)
Me
gustaría empezar haciendo referencia a una experiencia ―llamémosla
"mística"― que tuve durante mi estancia en Sri Ramanashramam. Aunque
resulte difícil describirla, intentaré transmitir alguna idea al respecto
basándome en una analogía del Srimad Bhagavatam. Se dice que, un tiempo antes
de que naciera Sri Krishna, el Señor entró en el corazón de Sri Vasudev, que,
entonces, resplandeció como el sol. A continuación, aquella luz se trasladó a
Devaki mediante una simple mirada de Vasudev, después de lo cual ella quedó
resplandeciente como la luna. Con aquel primer darshan de Ramana Maharshi que
tuve en el comedor nada más llegar, descubrí el cegador resplandor del sol en una
mirada; unos días más tarde, sentado en su compañía en la sala, reconocí ese
mismo resplandor en la mirada de Sri Maharshi: fue como si, con ella, me
atravesara lo más profundo de mi ser, de la misma manera que la luz del Señor
se transmitió a Devaki a través de la mirada de Vasudev. Se me paró la
respiración durante un tiempo y la mente ascendió a un ámbito espiritual de una
paz y una felicidad inefables.
Mediante
el desapego y el discernimiento se puede aspirar a alcanzar el estado de
sakshibhava o estado del testigo, pero existe un estado más elevado en el que
uno toma conciencia de su denominador común con todo lo que existe, que, en
sánscrito, se denomina abhinnabhava. Aunque ese estado, que era el que había
alcanzado el Maharshi, supera cualquier posible forma de comprensión por parte
de la mente del buscador, hasta cierto punto se puede entender la naturaleza y
la relevancia del abhinnabhava cuando uno se queda, aunque sólo sea durante un
rato, en la bondadosa presencia de un gran sabio como el Maharshi.
Mientras
estaba sentado en la sala, observé al Maharshi, que descansaba en el sofá y se
mostraba completamente indiferente a todo lo que sucedía en su presencia (por
ejemplo, el ir y venir constante de los visitantes que, uno tras otro, se
postraban ante él) y, aun así, pude discernir en él, de forma muy evidente, esa
actitud de unidad con todo llamada abhinnabhava. Puedo afirmar, con total
confianza, que tocaba el ser interior de todos los visitantes con aquel
abhinnabhava que trascendía los pensamientos y, entonces, los visitantes se
veían capacitados para sentir en su interior la presencia del espíritu
universal. Al percatarme de que era así como el Maharshi irradiaba la energía
del Ser, decidí preguntarle cuál era la mejor forma de prepararme, mientras
estaba sentado en su presencia, para recibir aquella transmisión de gracia.
Pregunta.―Cuando
estamos sentados cerca de ti, ¿qué estado mental debemos mantener para recibir
la transmisión de tu Ser?
Maharshi.―Mantén
la mente en silencio, con eso basta. Si te mantienes en silencio, recibirás la
ayuda espiritual que necesites en esta sala. El objetivo de cualquier práctica
es acabar con la mente. Cuando la mente se aquieta, se experimenta la energía
del Ser. Las olas del Ser están por todas partes y uno las empieza a
experimentar cuando tiene la mente en paz.
Pregunta.―¿Qué
es mejor para mí, mirarte a los ojos o a la cara?, ¿o es mejor que me quede
sentado con los ojos cerrados y dirija la mente hacia algo determinado?
Maharshi.―Fija
tu mirada en tu propia naturaleza. Es indiferente que tengas los ojos abiertos
o cerrados. Lo único que existe por todas partes es la Unidad, así que da
completamente igual que tengas los ojos abiertos o cerrados. Si quieres ponerte
a meditar, hazlo en el "yo" que llevas dentro. Eso es el atman y,
como no tiene ojos, no hay necesidad de abrirlos o de cerrarlos. Cuando
alcances el conocimiento de tu propio Ser, ya no quedará ningún concepto sobre
el mundo. Cuando estás sentado en una habitación, tanto si las ventanas están abiertas
como si están cerradas, tú sigues siendo la misma persona, en el mismo estado.
De esa misma forma, cuando estás establecido en el estado de la realidad, da
igual que tengas los ojos abiertos o cerrados: las cosas que se hagan
externamente tienen escasa importancia.
La
reciprocidad que existe entre el Maharshi y su abhinnabhava, y el buscador que
está sentado en su presencia, es análoga a la del radiotransmisor y el
radiorreceptor, cuando el visitante está verdaderamente ansioso por obtener el
máximo beneficio de la energía de bondad que irradia la presencia silenciosa
del sabio, debe sintonizar su mente ―receptora― con la longitud adecuada de
onda.
El
silencio del sabio es constante y ejerce su influencia positiva sin
interrupción, tanto si da la sensación de que el sabio es consciente del mundo
como si no. Volviendo a la analogía del transmisor, puedo afirmar que, en lo
referente al sabio, su influencia espiritual se transmite sin cesar pero, desde
el punto de vista del buscador, que aún es presa del poder de maia, el efecto
permanentemente beneficioso del sabio no tendrá efecto aparente a menos que el
buscador esté preparado para recibirlo. En una conversación que mantuve con
otro devoto durante mi estancia en el ashram, el propio Maharshi comparó la irradiación
de su gracia con la de un radiotransmisor.
Pregunta.―Según
algunas personas, es de egoístas dedicarse a alcanzar la liberación y, en su
lugar, habría que dedicarse a ayudar a los demás realizando algún tipo de
servicio altruista.
Maharshi.―Esas
personas creen que los gñanis son unos egoístas y que ellos no lo son, pero eso
no es cierto. El gñani vive en la experiencia de Brahman y el efecto de su
experiencia se extiende por todo el mundo. Aunque una transmisión de radio se
realiza desde un lugar determinado, sus efectos se pueden sentir en cualquier
parte del mundo y quienes se quieran beneficiar de ello pueden hacerlo. De
igual modo, el estado de iluminación del gñani se extiende por todas partes y
está a disposición de todo el que quiera conectar con él. Por tanto, no se
trata de un servicio menor.
Durante
mi estancia en el ashram, tomé nota de las conversaciones sobre la
auto-indagación que tuvieron lugar entre el Maharshi y distintos visitantes.
Escuchemos, por tanto, directamente al Maharshi mientras nos explica cómo se
debe practicar la auto-indagación:
Pregunta.―"¿Quién
soy yo?", ¿a quién se refiere esta pregunta?
Maharshi.―La
pregunta se refiere al "yo" individual, no al atman.
Pregunta.―¿Conviene
que repita "Soy Shiva" cada vez que me pregunto "¿Quién
soy?" ¿No sería bueno decir: "No soy la mente, no soy el intelecto,
no soy el cuerpo, etc.?".
Maharshi.―En
el transcurso de la auto-indagación, no hay que dar respuestas a la mente pues
hay que permitir que la respuesta surja desde dentro. La respuesta que proviene
del "yo" individual no es real. Has de seguir indagando hasta obtener
la respuesta con el método del gñana marga (camino del conocimiento). Esta
auto-indagación se llama meditación y la experiencia inactiva, llena de paz y
de conocimiento que surge de este estado, es gñana.
Pregunta.―¿Quién
soy yo?, ¿de dónde [soy]? ¿Hay que hacer constantemente yapa (repetición de
palabras sagradas) de ello con la mente o hay que plantearle la pregunta una o
dos veces a la mente, profundizar hacia la raíz del "yo" y, entonces,
detener todos los pensamientos sobre el mundo?
Maharshi.―No
se trata de hacer yapa con la pregunta "¿Quién soy?, ¿quién soy?".
Una vez planteada la pregunta a la mente, hay que buscar la raíz del
"yo" e interrumpir los demás pensamientos. Si uno se llama Desai, no
necesita repetirse: "Soy Desai, soy Desai". Por el mismo motivo,
tampoco es necesario que uno se repita frases como: "Soy Brahman, soy
Brahman". En todas las formas de sadhana se intenta mantener la mente
quieta pero, mientras se hace yapa, la mente nunca se va a quedar quieta. En
lugar de practicarlo así, lo que hay que hacer es experimentar que Brahman es
el sujeto que ve la mente, es decir, el testigo; se debe experimentar que
Brahman es el testigo.
Pregunta.―Según
tus enseñanzas, cuando uno se embarca en la búsqueda del "yo", ¿tiene
la experiencia de ser el testigo?
Maharshi.―Sí.
Pregunta.―Después,
si uno borra completamente lo que ha visto, el testigo se convierte en la forma
de Brahman.
Maharshi.―Así
es.
Pregunta.―¿Conviene
practicar pranaiama (control de la respiración) con regularidad y acompasarlo,
además, con la pregunta "¿Quién soy?"?, y mientras uno se hace la
pregunta, ¿conviene enfocar la atención en la entrada y en la salida del aire?
Maharshi.―No
es necesario hacer pranaiama: es mucho mejor que uno intente realizar la
auto-indagación "¿Quién soy yo?" sin centrar la atención en la
respiración. El pranaiama existe para los que no son capaces de concentrar la
mente de ninguna otra manera. A medida que la mente se fortalece, el pranaiama
va dejando de ser necesario. La función principal del pranaiama es proporcionar
las riendas necesarias para mantener bajo control a ese caballo que es la
mente.
Pregunta.―¿Qué
opinión te merecen los siddhis (poderes sobrenaturales)?
Maharshi.―La
Iluminación es el mayor de los siddhis.
Pregunta.―Cuando
me pregunto "¿Quién soy?", no encuentro ninguna respuesta que surja
desde dentro.
Maharshi.―Eso
se debe a una creencia errónea. Si buscas adecuadamente, descubrirás que ese
"yo" que está intentando descubrir algo acabará, más adelante, por
dejar de existir. A medida que te desprendas de pensamientos de nombres y
formas, irás profundizando cada vez más en tu interior.
Pregunta.―Si
consiguiera eliminar todos los pensamientos, ¿meditaría adecuadamente?
Maharshi.―Eso
está bien al principio pero sólo cuando se intensifique tu atracción por el Ser
comenzará la auto-indagación y, al mismo tiempo, cesará todo ese esfuerzo y
aparecerá un nuevo estado.
Pregunta.―¿Se
puede hacer la sadhana de la auto-indagación llevando una vida normal o hay que
marcharse de casa?
Maharshi.―¿Eres
tú quien está en la casa o es la casa la que está en ti? Quédate donde estás.
Pregunta.―Entonces,
me puedo quedar en casa.
Maharshi.―Ese
no es el significado. Lo que quiero decir es que debes vivir en tu verdadera
naturaleza. Tú no eres la casa sino que esa casa, igual que el mundo, están en
ti. El dueño de una casa que está convencido de que no es el dueño de nada a
pesar de vivir en ella es el auténtico renunciante. Imagina a un hombre que
está dormido en un tren: a ese hombre le da lo mismo que el tren se mueva, se
pare o que cambien la locomotora. Bien, pues al que está adecuadamente
establecido en el atman le ocurre lo mismo, porque sabe que en este mundo no
sucede nada y que en él nunca se destruye nada. Sólo sentimos que sucede algo
cuando estamos en el estado de pramata ―el sujeto conocedor de algo―, pero ese
estado no constituye nuestra verdadera naturaleza. Para el gñani que se ha
despojado del concepto del conocedor, nunca sucede nada.
Encuentros
con Ramana Maharshi (II)
por
Swami Madhavatirth
El
poder de la Presencia (I)
A
modo de introducción, le pregunté al Maharshi si compartía las ideas del Vedanta
sobre la creación promulgadas por Adi Shankaracharia, después de lo cual nos
pusimos a analizar la visión del mundo de Sri Aurobindo.
Pregunta.―El
Vedanta de Sri Shankaracharia acepta el principio de la creación del mundo para
que los principiantes lo puedan comprender; sin embargo, para los avanzados, se
plantea el principio de la no creación. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Maharshi.―
Na
nirodhó na chotpattir.
Nabaddhó
na cha sadhakahá.
Na
mumúkshur na vai muktá.
Itiesha
paramárthata.
Este
verso pertenece al segundo capítulo [v. 32, vaithathiá prakárana] del Karika de
Gaudapada [un comentario de la Mandukia Upanishad]. Lo que sugiere es que no
hay ni creación ni disolución, que no hay esclavitud, ni nadie que haga
prácticas espirituales, ni nadie que busque la liberación espiritual ni nadie
que se libere: así es como lo ve el que está establecido en el Ser gracias a su
conocimiento de la realidad.
Pregunta.―Sri
Aurobindo opina que el cuerpo humano no es el último que se alcanza en esta tierra.
Según él, uno no se puede establecer perfectamente en el Ser con un cuerpo
humano, porque el conocimiento del Ser no opera en él de forma natural. Por lo
tanto, tiene que traer a esta tierra el vigñánamaya sarira [el cuerpo compuesto
de puro conocimiento]. (1)
Maharshi.―El
conocimiento del Ser puede resplandecer perfectamente en el cuerpo humano, así
que no es necesario ningún otro cuerpo.
Pregunta.―Según
Sri Aurobindo, el vigñánamaya sarira no se ve afectado por ninguna enfermedad,
no envejece y no muere si uno no lo desea.
Maharshi.―El
cuerpo es, de por sí, una enfermedad. Desear la permanencia de esa enfermedad
no es el objetivo del gñani. De todas formas, lo que uno tiene que hacer es
dejar de identificarse con el cuerpo. De la misma forma que la conciencia de
ser el cuerpo impide conocer el Ser propio, quien está convencido de que no es
el cuerpo acaba liberándose aunque no lo desee.
Pregunta.―Sri
Aurobindo quiere introducir la energía de Dios en el cuerpo humano.
Maharshi.―Conservar
ese deseo después de entregarse significa que uno no ha conseguido entregarse
completamente. Pensar que "si la energía suprema tiene que descender, debe
hacerlo en mi cuerpo" no hará más que aumentar la identificación con el
cuerpo. A decir verdad, no hay necesidad alguna de que se produzca semejante
descenso. Cuando se ha destruido la idea de que "yo soy el cuerpo",
el individuo adopta la forma del Absoluto y, en ese estado, no hay ni arriba ni
abajo, ni delante ni detrás.
Pregunta.―Si
el individuo adopta la forma del Absoluto, ¿quién queda para disfrutar de la
dicha del Absoluto? Para poder disfrutar de la dicha del Absoluto tenemos que
estar ligeramente separados de él, igual que la mosca que saborea el azúcar a
una corta distancia.
Maharshi.―La
dicha del Absoluto es la dicha de la propia naturaleza. No es algo que nazca ni
que se haya creado. Cualquier placer que se cree está destinado a ser
destruido. El azúcar, al no ser un ser sensible, no puede degustarse a sí
mismo, y la mosca tiene que mantener una corta distancia para poder saborearlo.
Sin embargo, el Absoluto es consciencia y conciencia: tiene la capacidad de
aportar su propia dicha pero su naturaleza no se puede comprender sin
alcanzarlo.
Pregunta.―Sri
Aurobindo quiere traer a la tierra una nueva raza divina.
Maharshi.―Hay
que comprender que todo lo que se pueda alcanzar en un futuro es transitorio:
aprende a comprender adecuadamente lo que tienes ahora para que no tengas
necesidad de pensar en el futuro.
Pregunta.―Sri
Aurobindo dice que Dios ha creado distintos tipos de mundos y que va a crear
otro nuevo.
Maharshi.―Nuestro
mundo actual no es, de por sí, real. Cada uno ve un mundo distinto según su
imaginación. ¿Cómo se puede garantizar entonces que ese nuevo mundo sea real?
El jiva, el mundo y Dios son conceptos relativos. Mientras se mantenga el
sentido de la individualidad ―del "yo"―, esos tres elementos seguirán
existiendo.
Esos
tres elementos surgen del sentimiento de individualidad del "yo", de
la mente. Si detienes la mente, ya no siguen ahí, pero Brahman sí que
permanece, igual que permanece y existe ahora mismo. Vemos cosas como
consecuencia de un error y ese error de percepción se rectifica indagando sobre
la verdadera naturaleza de este jiva. Aunque el jiva entre en la
"supermente", seguirá estando en la mente pero, cuando la mente se entrega,
lo único que queda es Brahman. Que si este mundo es real o irreal, que si es
consciencia o es algo inerte, que si es un sitio para ser feliz o para
sufrir... todos esos estados derivan del estado de ignorancia y no tienen
ninguna utilidad después de la Iluminación.
El
estado de atmanishta [estar anclado en el Ser], desprovisto del sentimiento de
individualidad del "yo", es el estado supremo en el que no hay cabida
ni para pensamientos sobre objetos ni para el sentimiento de individualidad. En
ese estado natural de existencia-consciencia-dicha, no existe ningún tipo de
duda.
Mientras
uno se perciba a sí mismo como poseedor de un nombre y de una forma, Dios
seguirá apareciendo con una forma. Sin embargo, cuando se alcanza la visión de
la realidad desprovista de forma, ya no vuelve a haber distinciones entre el
que ve, el acto de ver y lo que se ve. Ese tipo de visión es la naturaleza de
la conciencia en sí, no dual y sin compartimentar ―es ilimitada, infinita,
perfecta. Cuando surge en el cuerpo el sentimiento del "yo", se
percibe el mundo. Cuando ese sentimiento no está presente, ¿quién queda para
percibir el mundo?
Madhavatirth:
Tras esta conversación, llegué a la conclusión de que Sri Maharshi no otorgaba
ninguna importancia a ninguna teoría de la creación o de la evolución. En las
conversaciones que mantuvimos, él siempre insistía en la unicidad e
inmutabilidad del Ser o Brahman, que constituye la única realidad por
excelencia, hacia la cual es imposible avanzar y en la cual no existen ni
dualidades ni distinciones.
Pregunta.―¿Es
real o falso el mundo?
Maharshi.―Mientras
exista la mente, existirá el mundo. Durante el sueño profundo, al no haber
mente, el mundo tampoco existe.
Pregunta.―Pero,
mientras yo estoy dormido, hay otras personas que siguen despiertas y ven el
mundo.
Maharshi.―Esas
personas que están despiertas en ese momento forman parte del mundo [cuya
existencia estás intentando demostrar] y, por tanto, lo que ellos digan no
puede constituir una prueba admisible. En ese momento [mientras tú estás en el
sueño profundo], [en primer lugar] hay que demostrar si esa gente existe o no:
no se puede dar por sentada la existencia de algo que tiene que ser demostrado.
Como su existencia se debe demostrar de forma independiente, resulta imposible
encontrar dicha prueba. Los que están despiertos tienen una mente en movimiento
y, por eso, ven el mundo. Por lo tanto, el mundo existe en función de la mente,
pero no es algo que exista por sí mismo de forma independiente.
Pregunta.―¿Qué
relación existe entre maya, el poder que nos hace considerar que el mundo es
real, y el atman, la realidad en sí misma?
Maharshi.―Si
un hombre sueña que se casa, el novio es real pero la novia es falsa. Cuando se
despierta, sigue siendo el mismo de antes. De forma semejante, el atman nunca
deja de ser tal y como es. Maya ni lo afecta ni lo contamina. No se casa ni con
maya ni con anatman porque ya está pleno de por sí, mientras que la sustancia
del mundo es irreal.
El
"yo" individual es como el sueño de ese hombre. Cuando empieza a
producirse, se activan la mente y los órganos sensoriales, que se detienen
cuando el sueño se termina. La raíz de todas las cosas materiales que se
perciben es ese "yo". Aham, "yo", es real pero ahámkara, el
yo del ego, es falso.
Pregunta.―Tan
erróneo como ver una serpiente en una cuerda es ver el mundo en Brahman.
Maharshi.―Así
es, no es necesario seguir percibiendo algo que no es real.
Pregunta.―Es
como decir que ese marco de ventana, que es de madera, no es distinto de la
madera. Si uno es capaz de dejar de ver la forma que se le ha dado a la madera,
entonces solo ve madera.
Maharshi.―Cierto.
Pregunta.―Alguien
confunde una cuerda con una serpiente. Se puede argumentar entonces que, para
que ese espejismo surta efecto, el individuo tiene que haber visto una
serpiente de verdad en otro lugar y en otro momento, y tiene que habérsele
quedado grabado el aspecto de la serpiente. Esa es la única forma de que se
produzca el espejismo y, de esa misma forma, si se ve el mundo en algún lugar,
el espejismo del mundo sólo puede aparecer en Brahman.
Maharshi.―Esa
[analogía] se llama aniathá khíati [un argumento de la escuela Niáia de
filosofía], pero no tiene validez alguna.
Pregunta.―En
el alathá-shanti del Karika de Gaudapada [v. 97], se dice que, si queda el más
mínimo vaidhármata bhava [actitud de que existe algo distinto del Ser], uno no
puede establecerse en la unicidad y tampoco se puede rasgar el velo que recubre
al Ser. En ese contexto, ¿cuál es el significado de vaidhármata?
Maharshi.―En
ese verso, se debe interpretar el término vaidhármata como parichinna bhava
[una actitud restrictiva].
Si
lo que buscas es a Dios, él siempre está presente. Mientras uno no se percate
de que el mundo es falso, no dejarán de brotar pensamientos sobre el mundo.
Mientras se siga viendo la serpiente, nunca aparecerá la cuerda. La mente, que
es la creadora del mundo, es incapaz de considerarlo falso. En el estado de
vigilia sucede lo mismo que en el estado onírico. Sin la mente, no existe
ningún mundo. Sin embargo, en el sueño profundo, al no haber mente, no hay
mundo. Por tanto, no hace falta pensar en el mundo que la mente imagina. Lo que
es nitia nivrittá [se elimina siempre, es decir, lo que no existe] no necesita
que se piense en ello. Cuando un peluquero termina de cortarle el pelo a
alguien, no se pone a contar cuántas canas había y cuántos cabellos eran
negros, porque los tira todos. De igual forma, no es necesario ponerse a contar
cosas imaginarias: basta con dejar de imaginar que son reales.
Para
dejar de ver una serpiente en la cuerda, no hace falta matar a la serpiente.
Por lo mismo, tampoco hace falta matar a la mente. Cuando uno se percata de la
absoluta inexistencia de la mente, la mente desaparece. La experiencia que
queda cuando no hay ni un sujeto que ve ni un objeto visto, es decir, ni tiempo
ni espacio, es la experiencia auténtica.
Cuando
soñamos, vemos una gran variedad de formas; consideramos una de ellas la
"nuestra" y creemos que "yo soy eso". Si somos el creador
del sueño, también somos tanto el protagonista en todas las formas que aparecen
en el sueño como el protagonista con la forma que consideramos nuestra. El sujeto
que sueña está convencido de que todas esas formas [del sueño] son reales y que
unas formas son distintas de las otras; además, cree que él también tiene una
forma determinada. No se da cuenta de que es el protagonista del sueño igual
que las demás formas [que ve en el sueño]. Al despertarse es cuando se da
cuenta de que todo lo que había en el sueño era él y nada más que él. De igual
forma, el gñani sabe que el mundo [al no ser más que un sueño] nunca ha sido
creado y que todo lo que existe, sea lo que sea, es su propio Ser, único e
indivisible.
Pregunta.―En
una joya de oro, tanto el oro como la joya en sí parecen reales. La única
diferencia es que el oro, por sí solo, no presenta tanta belleza como la joya.
Asimismo, tanto Brahman como el mundo parecen reales.
Maharshi.―Si
te fijas tanto en el oro como en la joya, te das cuenta de que el material
básico es el mismo en ambos casos. El nombre que se le da a una forma sirve
para poder funcionar en la vida cotidiana: si tuviéramos a mano un montón de
joyas de oro y le dijéramos a alguien: "Por favor, pásame el oro", no
sabría lo que le queremos decir. De forma similar, solo existe un
"yo", que es el mismo para todo el mundo pero, para funcionar a
diario, no podemos decir: "Por favor, llama a ese 'yo'." Por esa
razón, a un "yo" lo llamamos "Rarnachandran" y a otro
"Krishna Lal". Sin embargo, no por eso dejan de ser un único
"yo"
Pregunta.―Si
un "yo" que esté en un determinado lugar llamara "yo" a
otro "yo" que estuviera en otro sitio, nos haríamos un lío tremendo.
Maharshi.―En
la vida cotidiana, si centras la atención en la realidad fundamental, no hay
ninguna dificultad, pero la gente corriente se olvida de la realidad y
considera que solo el nombre es real. Los distintos "yoes" no son
reales. Solo existe un único "yo". El "yo" individual es
como el centinela que está en un fuerte, es como el protector del cuerpo. En
todas las personas, el verdadero dueño es exclusivamente el único
"yo" verdadero. Cuando el "yo" individual se entrega al
"yo" verdadero, [porque desaparece el sentimiento de ser un ente
individual a quien "pertenece" el cuerpo], el individuo y sus
posesiones desaparecen. El estado auténtico surge cuando, después de esclarecer
qué pertenece a quién, el "yo" del ego se rinde a su auténtico dueño.
Pregunta.―Si
estas enseñanzas se divulgaran por todo el mundo, no habría guerras.
Maharshi.―[No
contesta].