Al menos 40 versículos del Corán se refieren a la lucha
armada, tantos como los que relacionan la yihad o guerra santa con la lucha
espiritual
ABC
FRANCISCO DE ANDRÉS
22/03/2017
En el ritual de manifiestos de rechazo -tras cada
atentado terrorista hecho en nombre de Alá- aparecen insistentemente las
referencias al islam como «religión de paz». El término árabe que define la
religión de Mahoma es rico en matices, pero nadie duda de que «islam» en primer
lugar significa «sumisión». Tanto los términos «islam» como «salam» (paz)
derivan efectivamente de la misma raíz, pero pocos especialistas consideran que
estén relacionados.
Al margen de la disputa etimológica, la presencia
reiterada en el Corán del deber musulmán de hacer la yihad, la guerra santa,
plantea interrogantes tanto históricos como teológicos. Al menos 40 versículos
del libro sagrado son explícitos en el llamamiento a la violencia armada en
nombre de Alá. Hay otros tantos que se refieren a la yihad en términos
similares a los de la ascética cristiana: como lucha espiritual contra las
bajas pasiones. Pero esta interpretación de la yihad es solo patrimonio de la
corriente sufí del islam, muy minoritaria e históricamente perseguida por su
calificación de herética.
A tenor de los estudios sociológicos, la sensibilidad de
la comunidad musulmana contemporánea opta, de modo mayoritario, por la versión
espiritualista de la yihad. Esa percepción se estrella contra el muro de la
doctrina apuntalada desde el siglo XI (época en la que se cerraron
definitivamente las puertas de la interpretación del Corán) por las corrientes
suní y chií.
La posibilidad, o necesidad, de interpretar el libro
sagrado choca, en el caso de la yihad, contra otro principio del islam: la
«doctrina de la abrogación», que establece que los pasajes del Corán últimos
abrogan los primeros en caso de contradicción. Según esa doctrina, que tampoco
tiene unanimidad entre los ulemas, los versículos últimos dictados por Mahoma
(los de Medina) son los belicosos, por lo que quedarían abrogados los primeros,
los de La Meca, heraldos de la paz. Resultado: no existe, ni se espera a corto
plazo, un documento global del islam que descalifique el recurso a la violencia
en nombre de Alá.